29 feb 2012

Cuento del Bambú Japonés

¡Buenas tardes!
Hoy en clase Guadalupe ha mencionado el cuento del "Bambú Japonés", y me ha llamado especialmente la atención, por lo identificado que lo he sentido con aquello a lo que me quiero dedicar, la educación especial. Aunque, en realidad, estoy segura de que todos mis compañeros habrán sentido lo mismo, porque capta, creo, la base de la educación en general. Pero antes de continuar, ¿por qué no os dejo que disfruteis de él?



Considero que es una historia que hará reflexionar a todo el que la escuche, pero especialmente a aquellos que nos encargamos o encargaremos de que pequeñas semillas se conviertan en el mejor bambú.

Como ya he dicho, me he sentido, de alguna manera, identificada con la historia, pues, aunque en general todos los que educamos (o tratamos de hacerlo) en realidad lo que hacemos es plantar una semilla y regarla en la medida de lo posible, con mejor y/o peores resultados es un período de tiempo mayor o menor; lo cierto es que en el campo de la educación especial ese período tiende a rozar la eternidad, o al menos da la sensación de ello.

Por la poca experiencia que tengo, los tiempos suelen ser mucho más lentos, los logros aparentemente menores que la "normalidad", y el esfuerzo y trabajo invertido, no diré mayor, pero quizá sí más intenso. Pero a pesar de todo, ese avance, ese progreso a primera vista mínimo o irrelevante, es todo un mundo. Algo aparentemente tan sencillo como comenzar a decir "no", y saber cuándo decirlo (en qué contexto, con qué fin, su significado funcional...) puede cambiar, y de hecho cambia, la vida de una persona. Y ese logro, es victoria, no hubiese sido posible sin la constancia, la paciencia, y la fiel convicción de que al séptimo mes brotaría ese bambú. Un "séptimo mes" diferente para cada persona, un "séptimo mes" que hay que respetar y esperar, en el que hay que creer.

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