27 feb 2012

YES WE CAN

Como ya introduje en la entrada anterior, y aún a pesar de "rescatar" un blog creado anteriormente (y con él gran cantidad de recursos), la función de este blog es la de plasmar las reflexiones que surjan a partir de las clases de Modelos de Orientación, de 4º de Psicopedagogía de la Universidad Complutense de Madrid. Además de aquellas reflexiones o información considerada relevante que me surjan en el día a día.

Y no encuentro mejor momento para iniciar esta “aventura” que el día en el que se celebra la graduación de mi carrera anterior y de acceso a esa licenciatura (educación especial), coincidiendo con una sesión de clase especialmente significativa para mí. Debería explicarme.

Hoy en clase Guadalupe ha mencionado algo que me ha “calado hondo”, algo que realmente me ha hecho pensar, y en lo que, al menos en mi caso, ha acertado por completo. Tras analizar las respuestas a unas preguntas previas que nos hizo el primer día para conocer nuestros intereses, expectativas tanto de la carrera como de la asignatura en sí, conocimientos previos… le resultó llamativo el hecho de que todos esperábamos, de alguna manera, convertirnos en profesionales en un futuro. Algo que considera que en realidad ya somos, ya tenemos una titulación, una base, unos conocimientos… De hecho algunos de mis compañeros ya están trabajando como educadores en diferentes ramas, y aún así siguen considerándose "no profesionales", por llamarlo de algún modo.

Y esto es algo que a mí me ha resultado especialmente llamativo porque, a pesar de tomar consciencia de ello en ese momento, a pesar de saber que tenemos las bases, los conocimientos, y algunos incluso la experiencia necesaria para considerarse profesional, seguimos pensando que no lo somos. A nivel particular, pues al fin y al cabo poco puedo hablar yo en nombre de mis compañeros, esa falta de credibilidad, de seguridad... es más que evidente. Al terminar la carrera lo primero que me vino a la mente fue: "¡Oh dios mio! ¿Y ahora qué? Soy absolutamente incapaz de enfrentarme a aquello para lo que me he formado". Un sentimiento que estoy convencida de que muchos compartirán. De hecho, una de las principales razones de que haya continuado estudiando ha sido esa, la sensación (o más bien certeza subjetiva) de falta de conocimientos, habilidades, estrategias... la falta de formación y preparación al fin y al cabo. Sin embargo, todos hemos pasado necesariamente por, al menos, tres meses de prácticas en los que hemos estado llevando a cabo las tareas, actividades, responsabilidades de aquellos profesionales a los que queremos llegar a ser; quien más y quien menos ha tenido alguna experiencia relacionada con su campo de trabajo, si no está ya trabajando en algún ámbito educativo.

Entonces yo me he preguntado, ¿y esto porqué es así? Particularmente, suelo echarme bastantes piedras sobre mi propio tejado, subestimo gran parte de mis logros, les resto importancia... (algo de lo que he sido especialmente consciente tras un ejercicio de auto-conocimiento que realmente me ha abierto los ojos en muchos aspectos), pero es que además de eso, nuestros referentes o modelos más relacionados con los estudios, es decir, nuestros profesores, tienden a considerarnos proyecto de profesional, y no profesionales como tal. Y aquí es donde hilo toda esta reflexión con mi acto de graduación. Como en todo acto similar, no han faltado los discursos, 5 concretamente, y en cada uno de ellos se nos ha hablado de cuando seamos profesionales, cuando seamos educadores. Y digo yo... en un acto de graduación, en el que se entregan titulaciones (simbólicas, pero titulaciones oficiales al fin y al cabo), tras UN AÑO de haber finalizado los estudios, por lo que la gran mayoría podríamos estar trabajando, ¿¿aún nos tratan como proyecto de profesional?? ¿Cómo vamos a creernos como tal si nuestros referentes aún no lo hacen?

A lo que quiero llegar con todo esto es que, efectivamente, todos nosotros (alumnos de 4º de psicopedagogía de la UCM en particular, cualquier persona que trabaje por labrarse un futuro profesional en general) somos en realidad profesionales activos, presentes, reales, y sobre todo capaces; el problema es que no nos lo creemos. Y esto no consiste en... "X nos ha dicho esto, y es verdad, así que ya soy profesional". Es un proceso que considero conlleva mucho más tiempo, esfuerzo, trabajo, compromiso... Implica, por supuesto, que seamos conscientes de nuestras habilidades, capacidades, y limitaciones reales (y no de lo que percibimos), que creamos en todas ellas, pero para que alcancemos este punto es necesario, al menos, que aquellos que tenemos como referencia crean en ellas también, por no mencionar el ideal de que nos enseñasen a creer nosotros. Es necesario, además, que actuemos en consecuencia, es decir, creo en mis habilidades, creo que soy capaz de elaborar, por ejemplo, una unidad didáctica y llevarla a cabo... bueno, pues voy a hacerlo. No tengo la experiencia ni los recursos ni los conocimientos de aquel que lleve 15 años elaborando y desarrollando unidades didácticas, por supuesto, eso lo sé, pero también sé que puedo llegar a hacerlo igual, e incluso mejor, muy posiblemente mejor, porque creo en ello.

Esto que es tan sencillo escribir en realidad implica una de las actividades más complejas y difíciles, al menos para mí, a las que nos podemos enfrentar. Por ello, considero necesario hacer conscientes a todos los alumnos con los que nos encontremos de las capacidades y habilidades reales que uno tiene, y luego de sus limitaciones, o habilidades menos desarrolladas; pero principalmente de aquello que hacen bien. Esto, además llevado al campo de la educación especial, es, si cabe, aún más importante, pues estos alumnos muchas veces ven remarcadas, o incluso no ven más allá de sus limitaciones, y esto ocurre única y exclusivamente porque son lo único que los demás les hemos mostrado.

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